martes, 1 de octubre de 2013

42.195 kilómetros de ilusión

NO LO HAGAS, esto me repetía sin cesar cada vez que pensaba en hacer un maratón. He querido empezar hoy mi blog con este vídeo porque realmente, palabra por palabra refleja este deseo que he tenido durante estos cuatro años que llevo corriendo. Ahora es el momento, ahora me sale de dentro.

Ayer, domingo 29 de septiembre, lo hice, me apunté a la maratón de Barcelona. Llevaba toda la semana dándole vueltas a la idea de hacer una larga distancia. La idea llegó el lunes, sin avisar, de pronto estaba pensando en cuanto tardaría en acabar un maratón, a que ritmo podría correr durante tres o cuatro horas, si veía asequible el reto, porque una cosa es pensar en hacer un maratón sentadito en el sofá sin ninguna presión y otra muy diferente es eso, pensar y plantear una estrategia para conseguir el éxito.

Hasta ahora la distancia más larga que había hecho era una media maratón, y la verdad que me gustó mucho, acostumbrado a hacer solo diez miles cuando te preparas para una media distancia es algo emocionante. Hay que escoger la carrera adecuada para hacer el debut, te puedes ir a correr a Pekin, pero no es lo más recomendable, es interesante hacerlo en una carrera que sea de recorrido mas bien llano, que sea cerca de casa o que puedas llegar fácilmente (por aquello de que si al final no lo consigues te puedas volver a casa en transporte público).

Pero hacer una Maratón... eso eran palabras mayores. Físicamente creo que hace ya un par de años que estoy preparado para terminarla, el problema creo yo  ha sido que mentalmente no lo estaba. Igual que se entrena el cuerpo, la mente también lo debe hacer. El cuerpo tiene memoria  y recuerda cada zancada, cada salto, cada braceo etc... Pero la mente también y cuando te planteas un reto tan serio, porque para mi 42,195 kilómetros es algo serio, mi mente me recuerda los malos momentos en carreras o entrenos, como el ahogo por fatiga, el dolor y agarrotamiento de piernas, la ansiedad de los kilómetros... Pero últimamente, supongo que por varias razones, pienso en una larga distancia y no me hago caquitas (jajajaja) supongo que el hacer entrenos de triatlón y acostumbrar  la mente a estar distraída durante las series me ha hecho que pueda evadirme en los momentos de sufrimiento y de la fatiga.

También he de decir que mi pensamiento ha cambiado respecto al hecho de no terminar la prueba. Si resulta que la empiezo y no la puedo acabar o el resultado no es el esperado no pasa nada, años atrás sólo pensar que no podría hacer un tiempo digno me creaba ansiedad. He llegado a la conclusión que no pasa nada, que acabo en cuatro o cinco o seis hora... !!! que soy el último!!!! me da igual, seré el primero de los que ni han llegado a salir de esa meta.


Este año me sale ardiendo de dentro y si no es porque una lesión me lo impide,  estaré en esa salida tan deseada.

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