martes, 18 de marzo de 2014

Zurich Marató de Barcelona

Meses de entrenamientos, de madrugones, de dejar de hacer siestas después de llegar de trabajar, de horas de no estar con la familia, de cansancio, de dolores musculares, de kilómetros recorridos, con frío, sol, lluvia etc... todo para conseguir un sueño, terminar una maratón, "La Maratón", la de mi ciudad, y si encima la puedes acabar en el tiempo que te has marcado, que más se puede pedir.

La Maratón empezaba a las 6:30 de la mañana cuando me sonó el despertador, un desayuno ligerito y a las siete y media salíamos de casa para llegar a la salida donde habíamos quedado con mas supporters. Ya colocado en mi cajón, con el resto de corredores, te das cuenta que ya no hay vuelta atrás, ni quieres que la haya, estoy confiado, he entrenado duro y el optimismo me lleva a pensar que quizás puedo ir más rápido de lo que tengo planeado y así hacer menos tiempo del que tengo pensado. Primer error, me marco un gran objetivo para no haber corrido nunca una carrera tan larga, muy ambicioso. Donde queda ese pensamiento que tuve cuando me apunté? disfrutar, acabarla y aprender.

A las 8:30 dan la primera salida, yo no lo haría hasta seis minutos después. Empiezo a correr dejando Pl. España y a todos los que han venido a animarme a mi espalda. Me hago un primer chequeo y me siento bién, cómodo. La velocidad que llevo es un km por encima de lo que había planeado y me noto pletórico, adelantando a otros corredores y eso aún me anima más. Este es mi segundo error, si me había marcado ir a cinco minutos el km, como había entrenado, porque no seguir el plan? supongo que por arrogancia y poca experiencia, y eso se paga.

El paso por los diez primeros kilómetros me dice que llevo un tiempo espectacular, cinco minutos por debajo del tiempo que tenia previsto y primer avituallamiento donde podías encontrar agua y bebidas isotónicas, y cojo una botella y bebo un baso de isotónica, voy a mil y me noto invencible, me digo a mi mismo que he sido un cobarde al no haber corrido una Maratón antes. Tercer error, me había marcado no beber hasta el km 15, hasta no haber sudado verdaderamente y necesitar hidratarme , consecuencia de haberlo hecho antes, que el flato llegó y en el km 12 me tuve que parar a caminar y respirar. No sería la única vez.

Ese parón no me preocupaba, llevaba un margen ámplio que me permitía poder parar y caminar para recuperar. Llegué a Paseo de Gracia y empecé a notar que mi cuerpo ya no estaba tan fresco, pero era una sensación que estaba esperando, todo dentro de lo normal, mi velocidad ya había bajado un poco pero dentro de lo aceptable, aún me mantenía dentro del tiempo previsto.

Comienzo a subir por meridiana y empieza mi calvario, dicen que el muro empieza en el km 30, pues a mi me llegó en el 20. Mi mente hizo un clik y pasé de la confianza absoluta a empezar a tener dudas, por más que intentaba animarme no lo conseguía, es un tramo de carrera de ida y vuelta en el que te vas cruzando con los corredores que ya vuelven y de verlos me estaba desanimando pensando en todo lo que me quedaba aún. A todo esto, había pasado por algún avituallamiento en el que a parte de las bebidas podías encontrar naranjas o plátanos y frutos secos, y no cogí por miedo al flato. Otro error, el pensamiento en ese momento no debe ser negativo, debía pensar en todo lo que ya había recorrido. Y no coger plátano? con la necesidad de sales y potasio que necesitaba mi cuerpo, en fin, que no sabía lo que se me venía encima.

Salgo de Av. Meridiana bastante tocado mentalmente. Mi ritmo es muy justo y empiezo a pensar que no conseguiré llegar en el tiempo deseado. Ahora el único objetivo es alcanzar los treinta km, en teoría es ahí donde me estarán esperando parte de los incondicionales que han venido a animarme. Necesito ver alguna cara conocida, necesito saber que no estoy solo. Sigo corriendo, ni por asomo es mi mejor ritmo, pero aún creo que me puedo recuperar, los pensamiento negativos y positivos se van alternando, hay metros buenos y otros pésimos, pero ahí estoy.

Alcanzo el km 25, y empiezan lo calambres, aún llevando las medias compresivas, los gemelos me empiezan ha avisar de que como no pare y estire me harán parar definitivamente. Paro y estiro, corro unos cinco minutos y vuelvo a parar, estiro, vuelta a la carga. Mi cabeza sólo me pide agua y un plátano. Y no veo ningún punto de avituallamiento. Es un infierno. Llego al km 28 y se implanta en mi cabeza un solo pensamiento. Si llego al km 30 y los veo, me paro y me marcho a casa. Me rindo.

Del km 28 al 30 es una guerra continua conmigo mismo, angelito y demonio. Tengo sed, debo comer algo, y las piernas me están matando. Me voy a rendir, lo pienso una  y otra vez, me voy a ir para casa sin el objetivo cumplido, la primera vez que lo voy ha hacer. Y busco alguna tabla de salvación para no hacerlo. y la encuentro al llegar al km 30 y no verlos, no están, no han venido. Y sigo corriendo, pienso en gente que conozco que ha terminado una Maratón y me digo que yo no puedo ser menos, que yo he de llegar, que aunque no sea en el tiempo marcado he de terminarla y poder decir " yo llegué a meta",

En el km 32 saco mi móvil y me hago una foto, cara desencajada, y se la mando a los supporters. Les digo que llevo siete km con rampas y calambres y que llegaré más tarde de lo previsto, pero que intentaré llegar. Sigo corriendo y parándome en según que trozos, ya he comido plátano y me he tomado un gel. Y parece que mejoro un poco pero la velocidad ya no es lo que era. Me da igual, no me preocupa, sólo pienso en llegar, en que las piernas me respeten y poder conseguirlo.

Ya estoy en Colón, es el km 40, y me acuerdo de una compañera de trabajo, Isa, que me dijo, "si llegas al cuarenta, ya lo tienes, aprieta los dientes y sigue", y eso hago. La carrera pasa por delante de casa de mis padres y mi objetivo más inmediato es llegar a ese punto. Y ahí están, aplaudiendo y animándome. Saco fuerzas de no se donde y me digo a mi mismo que ya lo tengo, ya no te pares más. Salgo a Av. Paralelo, ya sólo queda un kilómetro, el cual lo recorro entre un pasillo humano. Aplauden, gritan, dicen tu nombre como si fueras el primero, y así me siento, como si hubiera ganado, porque he ganado, porque se que he estado a punto de tirar la toalla y no lo he hecho. Voy a terminar.

A escasos doscientos metros de la meta, veo venir hacia mi corriendo a una personita con sudadera verde, como la camiseta de su Papá, me agarra de la mano, me mira, como diciéndome, tu tranquilo que yo te ayudo, frunce el ceño a modo de concentración y tira de mi, me lleva hasta la meta. Y la cruzamos juntos. Lo he conseguido, he llegado, soy maratoniano.

Quería terminar la maratón en tres horas y media y al final tardé media hora más. Hoy no me importa, con la cabeza fría pienso que no está nada mal para ser mi primera maratón, ya que podía no haberla terminado y eso se que no lo hubiera llevado nada bien. He repasado la carrera y he sacado muchas conclusiones, pero creo que con la que me quedo es que para el año próximo ya tengo una marca a batir, cuatro hora dos minutos. Corre corre!!!!

P.D.: Gracias a mis Padres, a mi hermano, a mi cuñada, a Albert Arias, a Daniel Nuñez, a Patri y a Joan por        

estar ahí animando y sufriendo, un detalle que no tiene precio.

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